Me gusta, sencillamente me siento cómodo en esa posición… entre la espalda y la pared no tengo que pensar mucho… no hay mucho que ver, pero uno está más tranquilo.
Entre la espalda y la pared está todo mi mundo, mi cerebro y pensamientos, mis pasiones y mis neuras, mis ojos navegan por los recuerdos sin más presión y dolor que lo que siente un espectador en el cine, que a veces se asusta con las escenas de tensión, pero al rato vuelve el sosiego, sobre todo cuando el bueno y guapo de la peli -yo, claro- vence a todo, a todos y se lleva a la guapa en la grupa de su caballo.
Definitivamente, entre la espalda y la pared se está bien.
Claro… a veces hay que ir con cuidado, que a la que uno se despista ya toca con la nariz en la pared y pierde toda perspectiva. Seguro que eso es lo que les pasa a todos esos políticos y demagogos que de tanto mirarse el ombligo mientras gritan sus ideas acaban por no ver nada, ni la vida ni su esencia.
Aunque bien pensado, mucha perspectiva no es que haya entre la espalda y la pared, quizá no sea tan malo poner algo de aire en medio.
Vale, vamos concretando: entre la espalda y la pared se está bien, pero un poco lejos, para ver más, para que entres tú también, y hablemos de nuestras cosas, las tuyas y las mías… bueno… un poco más de las tuyas, que así me puedo concentrar en tus ojos, mirarlos con placer, perderme en su infinito y volar dentro de ellos a mil rincones que me da tu amor.
De hecho acabo de descubrir que si me alejo lo suficiente, mis ojos perciben mejor las cosas, ya no están tan borrosas. Hasta puedo apoyar en la pared ese libro del que hasta ahora sólo había visto como pequeñas motitas, hileras de hormiguitas sin sentido ¡y resulta que eran letras!
Y si me alejo un poco más ¡vaya sorpresa! dejar sitio para los amigos no está nada mal, esto ya cambia la perspectiva: hablamos, reimos, compartimos esos ratos que dan más sentido a las cosas, a la vida, hay más colores, sabores y olores, otras palabras y pensamientos, y por qué no, otras neuras y complejos. aquí sí que todo mi ser siente, palpita, mira, inquiere, sufre, vive, goza, reta, ama…
Pero claro, ¡tenía que pasar! a la que he alejado un poco mi espalda de la pared y he bajado la guardia, ya se metió el tuercefiestas de turno a jibarme la merienda!!! ¿por qué no se meterá todo el mundo entre su espalda y su pared? Vengaaa otra vez a cerrar hueco, a acercar esa nariz a su lugar, bien cerquita, a quitar amigos, cosas, tú y lo que haga falta, que donde se está seguro de verdad es entre la espalda y la pared.
Pero claro… con lo bien que estaba yo con los míos, los amigos y tus ojos, que dan vida con mirarlos, ahora me encuentro en esa situación incómoda de tener que decidir entre una cosa y otra, si arriesgarme a vivir, o encerrarme entre la espalda y la pared.
De verdad, ante dilemas así no hay nada peor que sentirse… entre la espada y la pared.